Sepúlveda celebra el jueves su fiesta del Diablillo, estrenando su condición de Manifestación Tradicional de Interés Cultural Provincial

Una noche más del 23 de agosto, San Bartolomé volverá a dejar escapar al diablo en Sepúlveda alrededor de las 22:00 horas.

Cuando las agujas del reloj den la hora, seis jóvenes del municipio ataviados de rojo saldrán, entre hogueras de la iglesia que lleva el nombre del santo y recorrerán las calles de la villa, dispuestos a dar escobazo a cuantos se interpongan en su camino; siempre en un ambiente de diversión y fiesta.

De cualquier modo, este año será especial, ya que el pasado 27 de julio, en un acto celebrado en el salón de Plenos del Ayuntamiento de Sepúlveda, el ritual recibía de la Diputación de Segovia el título de Manifestación Tradicional de Interés Cultural Provincial, un reconocimiento vinculado al artículo 2 de la convención de la UNESCO para la salvaguardia del Patrimonio cultural e inmaterial que hasta entonces, en Segovia, sólo poseían la Ofrenda de los Cirios de Santa María la Real de Nieva y La Octava de Fuentepelayo.

Será momento entonces de estrenar con orgullo una distinción perseguida con ilusión por los sepulvedanos, que llevan conservando la tradición del Diablillo desde tiempos que se desconocen. No en vano, lo único que ha cambiado de la costumbre de liberar al diablo en la noche del 23 de agosto ha sido, con el paso del tiempo, el número de diablillos que salen a dar ‘guerra' a los vecinos, así como la supresión del ritual de las pesadas cadenas que solía llevar atadas a las piernas aquel o aquellos que hacían de diablillos.

De este modo, y por primera vez en su Historia, los sepulvedanos recordarán con la Declaración de Manifestación Tradicional de Interés Cultural Provincial bajo el brazo, cómo San Bartolomé, según cuenta la tradición oral y escrita, estando predicando en la India fue requerido por el rey Polimio, cuya hija estaba endemoniada y atacaba a mordiscos a todos aquellos que se acercaban a ella y cómo la princesa habría quedado curada cuando el santo pidió a los criados del rey que la desataran, siendo entonces el diablo quien quedó preso por el santo. El mismo que cada 23 de agosto lo libera durante cerca de veinticinco minutos.