Sor Montserrat: Sepúlveda en el corazón

Sor Montserrat es uno de esos personajes fundamentales en la historia social de Sepúlveda. Su larga permanencia en el colegio, 70 años, dando clase a generaciones y generaciones de niños y niñas, a los que enseñó las primeras letras, y su amor a un lugar, del que nunca quiso salir, es un hecho singular que no debía perderse y, aunque ahora todo está en internet, los hechos actuales pasarán a un segundo, tercer, cuarto plano….y sería extraño buscar información sobre una humilde monja franciscana de un pueblo, pero además no se encontraría, porque no existe.

Raimundo Durao, sobrino-nieto de Sor Montserrat, tenia curiosidad por saber algo más de la vida de su tía y parecía interesante que las personas que la habían conocido , y las que habían oído hablar de ella, pudieran también leerlo. Raimundo y Nano tomaron la decisión de publicarlo y aquí está. Un relato sencillo, sobre una persona humilde.

La elección del título de un libro es complicado, hay que trasmitir en tres palabras, el contenido y el espíritu del trabajo. En este caso era claro el contenido: una biografía de sor Montserrat, sin embargo, según iba avanzando el libro, me di cuenta que, en realidad, el espíritu de lo que contaba se resumía en dos palabras: SEPÚLVEDA EN EL CORAZÓN. Sor Montserrat había llevado a Sepúlveda en el corazón toda su vida y Sepúlveda llevó a sor Montserrat. Y ese ha sido el título elegido. Su biografía es corta en datos. La sencillez de su vida nos ha privado de sus palabras directas, incluso en sus homenajes otros hablaron por ella, que se limitó a recibir con cariño y humildad las muestras de afecto de toda la población. Me he preguntado, escribiendo sobre sus homenajes, cómo se sentiría al ser llamada santa, ángel de caridad, madre de todos los sepulvedanos o hija de san Francisco, desde que tenía 56 años, en 1930, y escuchar los mismos calificativos, aumentados si cabe, en la petición de la medalla del Trabajo en 1956, ya con 81 años de vida. Nunca dió muestras de que estos actos le hicieran variar su trayectoria de vida o aumentaran su ego. La escultura de san Francisco y la placa de Emiliano Barral estuvieron en el patio del colegio con la inscripción Sepúlveda a sor Monserrat (sic) hasta su muerte, pero nunca, ni en escritos, testimonios o fotografías, se presentó como la monja a quien los habían dedicado. Una fiel y perfecta seguidora de san Francisco por su inmensa humildad y por vivir al servicio de los más débiles. Sor Montserrat no es una personalidad socialmente brillante, es una vivencia intimista en las personas que la conocimos.

Espero que os guste, que os encontréis en las fotos, o encontréis a vuestros padres y abuelos y recordéis o conozcáis a una mujer crucial en la historia de Sepúlveda.

NOTA: Al comprar este librito contribuiréis al equipamiento de la Residencia de Ancianos. Una parte se destinará a este fin.

Mª Antonia Antoranz Onrubia