El plan ideal para combatir el calor: mojarse en el Duratón

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Aunque descansan a pocos kilómetros de la ciudad segoviana de Sepúlveda, las Hoces del Río Duratón tienen, por así decirlo, vida propia. Y no es porque el pueblo no tenga interés, sino porque llegar hasta la ermita de San Frutos y contemplar el espectáculo del río corriendo entre los meandros, ya es una maravilla en sí mismo.

El paisaje de las Hoces del Duratón está dominado por la roca caliza originada en la Era Secundaria, hace 140 millones de años y es característica de la zona.

En esta ocasión, además, les proponemos hacer un poco de deporte surcando el curso del río en piragua. La jornada o jornadas se pueden completar con la visita a la ermita y con una comida en pleno campo y al lado del agua: una experiencia inolvidable para los amantes de la naturaleza. Pero vayamos por partes.

Para acceder a la ermita de San Frutos, hay que llegar hasta el pueblo de Villaseca y, desde allí, tomar un desvío por una pista de tierra, pero que está en buen estado. Eso sí, el coche se le rebozará de polvo. Una vez allí, hay un parking habilitado para vehículos que nos marca el principio del camino que nos llevará hasta las mismas puertas de esta misteriosa ermita.

Y es misteriosa porque nadie ha podido explicar aún cómo llegó el santo hasta allí y con qué objeto. Declarada Monumento Histórico Artístico, la iglesia del siglo XII está sobre una de las curvas del cañón, sola, aislada y con la única compañía de los buitres. Eso es lo que se oye: el silencio, el río y las aves rapaces. Aparte de poseer unas vistas impresionantes, desde una de sus atalayas se contempla a quienes se atreven con las piraguas, navegan y navegan explorando las cuevas y gargantas horadadas en la piedra por el río.
Navegar y mirar

Si está pensando en el plan perfecto, antes o después de visitar la ermita y contemplar las hoces desde lo más alto, busque alguno de los clubes deportivos de la zona y apúntese, sólo (mejor acompañado) a una excusión en piragua. Es una maravilla. Allí le proporcionan las palas y el chaleco salvavidas. Se accede por un camino, así que si tiene escarpines o zapatillas de goma mejor que mejor porque, desde donde está el embarcadero, hay que andar un buen trecho. Lo demás depende de cada uno. Sin embargo, recomendamos llevar bañador e intención de bañarse, porque si hace calor (que es lo normal en estas fechas) los monitores harán uno o varios altos en el camino para quien quiera darse un chapuzón en el río. Otro tema importante es el sol. Si tenemos la piel blanca aún, el protector solar es indispensable porque allí la radiación, con el agua como espejo, aprieta de lo lindo.

Se puede comer de picnic en el campo y a la orilla del río, o lanzarse a los exquisitos guisos que sirven en Sepúlveda. Este pueblo segoviano medieval está ubicado sobre dos cerros -Somosierra y la Picota- y entre dos ríos -el Duratón y el Caslilla-. Se encuentra a una hora en coche de Madrid, Segovia, Valladolid y Burgos, y es famoso, entre otras viandas, por su cordero lechal.
En cuesta

La plaza del pueblo está rodeada de buenos mesones, como la cocina de Paulino, donde degustar estas carnes tan exquisitas. Eso sí, el acceso al centro está limitado para los coches, por eso lo mejor es aparcar en la cuesta que sube hasta el centro donde hay un gran parking.

También hay que recordar que Sepúlveda tiene muchas cuestas, así que si piensa recorrer sus calles, mejor hacerlo antes de comer porque tras un buen ágape y con el calor no hay quien lo soporte.

Asimismo, cerca de la catedral hay un pequeño centro de interpretación de la naturaleza que puede amenizar la mañana si se viaja con niños. No es una maravilla, pero sirve para pasar la mañana o la tarde al fresco.

Fuente de la noticia: Ecodiario del Economista.es, 28 de Julio de 2009