Hoy os presentamos otro artículo de Estrella Martín Francisco, que se publicó en julio de 2011 en el periódico comarcal "El Nordeste de Segovia" y que como tantos otros, estamos recuperando para la sección de esta Web: "Personajes de Sepúlveda". En esta ocasión os presentamos a Antonio Pascual Sanz "Cicuta"
El movimiento del caballo galopa por su obra llena de aire, de tiempo, de panorámica de Perorrubio. Manipula la materia rescatándola del olvido y rompiéndola, musicando melodías nuevas con ella. Es catedrático de dibujo en un instituto madrileño y payaso voluntario con su amigo Killo en el hospital del Niño Jesús. Pero todos conocen más a Cicuta, ese ser llamativo en las fiestas, siempre de la mano de la amistad y el humor a quien resulta imposible dejar de crear.
Perorrubio está tranquilo un domingo por la tarde cuando admiramos juntos uno de sus orgullos, la iglesia románica, reconstruida con el apoyo vecinal y el frontón, su primera gran obra al aire libre. Luego pasamos a su casa, grandiosa e inacabada creación obrera, esforzada y paciente; reflejo de su forma de sentir y vivir. Allí conviven su punto de bohemio chatarrero, de músico callejero aferrado a la tierra, y su familia: su mujer Marisol y sus hijos Adrián y Roberto. “Hago escultura y a la vez la casa, sin dejar de hacer exposiciones para no perder el contacto, dando clases, tocando el chuflo, con el caballo… No puedo estar parado ni de noche”.
¿Serías capaz de esculpirnos un poco tu vida?
Siempre he querido desarrollar la afición de trabajar la materia pero había que ir de acuerdo con las condiciones de la época. Me fui a Madrid a la frutería de un tío cuando tenía 10 años y experimenté el mundo del trabajo. En verano vine porque mis padres eran agricultores y había que trabajar aquí con la hoz, el arado romano … ¡De película! Saqué una beca, porque los padres no tenían posibles y antes no estudiaba nadie, para hacer Oficialía Industrial en la rama de chapistería en el “Taller Escuela Sindical Ángel del Alcázar”, un centro de Formación Profesional de Segovia”.
En Madrid realiza Maestría en Construcciones Metálicas y Obras Públicas “Paralelamente trabajaba descargando camiones, de aprendiz, en una asesoría fiscal, haciendo planos de aperturas de obras…”. Sacó las oposiciones para profesor de instituto y trabajó en Madrid, Sevilla, Avilés y de nuevo Madrid. “El dedicarme a las clases era para demostrar que se puede enseñar de otra manera y para tener tiempo para dedicarme a mis otras aficiones artísticas y de domador de caballos –dice con ironía-.Siempre tenía en mente hacer Bellas Artes y, cuando ya me situé, hice el examen de acceso. Me lo pasé genial con mis colegas de las charangas por las facultades.
¿Cómo empiezas con la charanga?
Estábamos en las fiestas de Matabuena con el punto. Baturro hacía música con la boca, el otro con la caja de cerveza y alguien sugirió comprar instrumentos y que nos enseñara el maestro Pinto. Así fundamos “La Barbacana”. Aquello se disolvió pero paralelamente conocimos otros amigos de Juarros y montábamos movidas en Madrid en carnavales.
Todo el mundo te conoce por “Cicuta”, ¿De dónde te viene el apodo?
Empecé a ir a las fiestas de Sepúlveda con 20 años sin conocer a nadie. Me enrollaba con los niños inventando canciones, ripios tipo Gloria Fuertes y luego pasábamos un capote para comprar pasteles y vino dulce. Me fui introduciendo y conociendo a grandes figuras como Torrentes, que era un genio, y Ostarreche que me ofreció su serrería para pasar la noche y me metió en La Peña “Los Árabes”. Una vez hacía un frío que pelaba y Torrentes me trajo un abrigo negro de su abuela, me lo puse con un sombrero viejo y un palo. Cada vez que me cruzaba en la plaza con un niño, comenzaba a llorar. Cuando consiguieron callarle, dijo que se había asustado porque había visto a “Don Cicuta” (el del programa de televisión) Con la movida aquella, Manolo el de Plácido, me dejó el caballo para hacer el espejo plaza. Todo el mundo empezó a jalearme porque, como llevaba todo el día dándole a la priva (aunque no me cogía grandes moscas, sólo tenía el punto y controlaba), pensaban que me tiraría el caballo y toda la plaza empezó a corear “Cicuta, Cicuta” Y yo venga a dar vueltas por ahí”.
Aunque parezca mentira, la vena creativa se colaba en su peculiar forma de ser. “La gente que andamos con el tema del arte tendemos a llamar la atención. Lo veo con los coches que he tenido, los disfraces, la inclinación a no pasar desapercibido. La necesidad de crear y las relaciones humanas son la base, también el afán de superar mi timidez de forma polifacética pues me interesan los músicos, los payasos, la gente del caballo… Perorrubio y su arte tradicional.
En los años 80 se dedica en cuerpo y alma a la Asociación de Vecinos de Perorrubio que preside en sus comienzos. Destaca el gran trabajo realizado por parte de un grupo de gente joven que se unió a ella con el objetivo de recuperar un pueblo abandonado, sus tradiciones y fiestas. Paseando por el pueblo es fácil ver el resultado de esa Asociación, envidia de la comarca, que organizaba actividades como teatro o la charanga “Perorrubio Trastos Band”, muy popular en la zona.
Un ejemplo llamativo es la fuente en la que colaboró, proyectada por Juanjo, y realizada con materiales antiguos que, como artista, le interesan. Le atrae la nostalgia que le produce el saber que alguien ha vivido alrededor de ciertos objetos. Por eso quiere recuperar unas trébedes abandonadas y darles otro uso. “Me interesa el tema de los desguaces, lo que está aprisionado y que yo saco intentando combinarlo artísticamente en el espacio, dibujando armonía”.
¿En qué materia te mueves mejor?
El hierro es la que más me satisface porque tiene plasticidad y es reversible. Trabajo mucho con la soldadura autógena. El meterme con la materia y trasformarla es lo que más me llena y lo relaciono con lo creativo y lo armónico al detener en el momento justo esa transformación. Quizá me venga el interés por la fragua del pueblo que fue para mí como un conservatorio. De ahí viene mi conexión con la música y el enganche para hacer cosas por el pueblo… Se mezclaba todo: el aire, el agua, el fuego y la tierra.
¿Qué papel juega el humor?
La vida sin aportarle humor no es vida. Tengo una parrafada por ahí escrita que no sé de quién es: “Donde acaba el humor, termina la vida”. (Se queda pensativo) Creo que es mía”. (Y ríe con ganas)
Son muchas las anécdotas pero recogemos esa portada en una revista de Marbella con el título “Un grupo de jovenzuelos se ríe del magnate Kashogui” o su viaje a Italia con Daniel y Pablo. “En Venecia buscábamos divertirnos, nos disfrazamos en la puerta de una iglesia y empezamos a tocar. Como la gente empezó a tirar monedas, se me ocurrió poner una patata grande encima de la tapa del saxo con un cartel: “Lanzare la moneta sobre la patata. Si derribarla, 10 veces la aposta. Caso de no derribar la patata, perdita la moneta”. ¡Se montó una! Teníamos la cacharra llena de liras y llegó la policía y El Guerritas diciendo “Por favore, no incautare la moneta”.
Las sombras nos van ganando terreno “Esta luz es castellana auténtica tiene azules y violetas”. Se acerca a su obra “4 formas para la paz”, nos la explica, coge el saxo, se aguanta su timidez para entregarse a la cámara. Terminamos paseando por un Perorrubio nocturno y silencioso de la mano de su simpatía y humor; todo un lujo.
Artículo escrito por Estrella Martín Francisco para El Nordeste de Segovia, Agosto de 2009
